Taller 3
EnsayoLa investigación en el quehacer pedagógico
En la Conferencia Regional de la
Educación Superior en América Latina y el Caribe, celebrada en Cartagena de
Indias en el 2008, se concluyó que la Educación Superior es un bien público
social, un derecho humano y universal y un deber del Estado. No podemos negar
la validez e importancia trascendental de esta declaración, sin embargo esta
premisa ha llevado al sistema universitario a una difícil encrucijada
caracterizada por recortes, ajustes presupuestarios y la masividad del sistema.
Paradójicamente, en este contexto tan poco promisorio, se plantea la necesidad
de optimizar en nuestro quehacer pedagógico: la investigación, lo que
constituye un desafío de difícil resolución no sólo para la universidad per se más también para el docente del
nivel superior.
Ante lo expuesto anteriormente,
no cabe duda que el docente universitario desempeña un papel protagónico como
gestor y agente de cambio en el proceso de enseñanza aprendizaje. Con el
docente como protagonista y gestor de cambio no podemos dejar de lado su formación,
en general esta, apunta a dos direcciones relacionadas con sus funciones:
formación, capacitación y experiencia en el campo de acción y en el campo
pedagógico. Sin embargo, no podemos olvidar que los docentes no se educan
solamente a partir del conocimiento pedagógico didáctico que puedan lograr en
acciones sistemáticas, sus propias prácticas de la docencia y su participación
en propuestas de investigación y de extensión, así como las reflexiones que se
generan a partir de ellas, son fuentes formativas para la transformación del
accionar cotidiano del docente, de su quehacer docente.
Esta formación dinámica, continúa
e integral es necesaria y obligatoria cuando se tiene en mente la intención de
cambio y ruptura de formas tradicionales de entender el conocimiento y del
proceso de enseñanza y de aprendizaje.
Dadas las exigencias sociales,
políticas y económicas que tienen gran fuerza, llegar a modificar el enfoque de
la educación, renovarlo, actualizarlo y ser capaces de tener una mirada más
abarcadora del proceso, de forma tal que no recaiga exclusivamente en los
contenidos, trae aparejado un trabajo muy sutil de desestructuración y
organización de nuevas posiciones, habilidades y actitudes.
Gimeno Sacristán, señala al
respecto: “los profesores serán profesionales más respetados cuando puedan
explicar las razones de sus actos, los motivos por los que toman una decisión y
no otra, cuando amparen sus acciones en la experiencia depurada de sus colegas
y cuando sepan argumentar todo ello con lenguajes más allá del sentido común,
que incorporen las tradiciones del pensamiento que más han contribuido a
extraer el significado de la realidad de la enseñanza institucionalizada”. Para
transformar hay que tener conciencia y comprensión de las dimensiones que se entrecruzan
en la práctica en que nos movemos.
En su quehacer pedagógico, el
docente universitario tiene la responsabilidad y obligación de relacionar
docencia con investigación.
Hegel nos explica que “la
docencia es el espacio de transmisión de certezas sobre la realidad tal como es
interpretada por el maestro”...”la investigación es un proceso que tiende a la
suspensión de las certezas”... y...siguiendo a Hegel, “es en primer lugar un
proceso de movilización de las categorías fijas, establecidas para dar cuenta
del mundo...”.
Superar esta dualidad significa
una nueva forma de ver las cosas, significa cambios, transformaciones, avances
y sin duda soluciones a los problemas de nuestra sociedad.
Según María Isabel da Cunha para
pensar en la enseñanza relacionada con la investigación será preciso revertir
la lógica de la enseñanza tradicional e intentar formularla con la base lógica
de la investigación. Sólo con ese esfuerzo se puede pensar en un proceso
integrador en el aula universitaria y en un mejoramiento de la investigación
como parte del quehacer pedagógico del docente que prepara al estudiante para
buscar soluciones a los problemas, para generar conocimiento y lo convierte en
un ente con capacidades ilimitadas de crear, producir, transformar, preservar,
entre muchas otras.
Por otro lado, los docentes, en
la universidad tienen que asumir también las exigentes tareas de ser
"formadores" y "educadores". El término latino " educere "significa "sacar de
algo lo que está potencialmente contenido en ello". Educador es, así,
"el que ayuda a crecer, a partir de lo que se tiene". El docente debe
tener conciencia plena de que en cada uno de sus estudiantes existen en
potencia energías latentes, tesoros de incalculable valor que sólo esperan a
alguien que los ponga en movimiento, los libere, los ayude a actuar. El poeta
Gustavo Adolfo Bécquer en una de sus famosas rimas aludía al arpa olvidada y
cubierta de polvo, en algún rincón oscuro del desván, arpa en la que duermen
melodías de infinita belleza, en espera del artista que la haga estremecer
"Ay, pensé, cuántas veces el genio/ así duerme en el fondo del alma/ y una
voz como Lázaro espera/ que le diga: Levántate y anda".
El docente universitario exitoso
y comprometido con la investigación en el quehacer pedagógico de la institución
que representa no es necesariamente el más eminente en conducir el proceso de
enseñanza aprendizaje de su propia área y si es el que contribuye también a
formar la personalidad total del estudiante en los aspectos intelectual,
cultural, artístico, deportivo, ético y religioso; en los campos de la salud
física y emocional; en la maduración de la personalidad; en la actitud de
servicio a la sociedad en la cual vivimos. Personalidad total que deberá
caracterizar al egresado como hombre o mujer capaz de hacer historia sin
pretender entrar en la historia.
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